jueves, 1 de septiembre de 2011

Buscador

De tanto cavar
te salieron callos
ampollas de barro
redobles de tambor en los oídos
y un planeta todo de agua.

De tanto empuñar el arma
te juzgaron insensible.
No sabían que ésa arma
era la flor.

Creyéndote viento
desordenaste tus moléculas:
nunca fuiste muy mundano;
y aunque mañana te vieran
en el fondo de tu casa
apilando partículas subatómicas,
la excepción no hace a la regla.