De tanto cavar
te salieron callos
ampollas de barro
redobles de tambor en los oídos
y un planeta todo de agua.
De tanto empuñar el arma
te juzgaron insensible.
No sabían que ésa arma
era la flor.
Creyéndote viento
desordenaste tus moléculas:
nunca fuiste muy mundano;
y aunque mañana te vieran
en el fondo de tu casa
apilando partículas subatómicas,
la excepción no hace a la regla.
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1 comentario:
mi chuni...
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