viernes, 8 de octubre de 2010

Cielo



Cuando era pequeño quería vivir entre los jíbaros, desconocer la propiedad privada e idolatrar a algún ave de acero que surcara los cielos amazónicos.
Expropiada mi inocencia, amurado a esta jungla de concreto, convivo diariamente con caníbales voraces que tienen hambre de alma.
Por ello me resulta indispensable soñarme niño, abstraerme unos minutos, permitirle al tibio sol primaveral anidar en mi pelo. Después de todo, ¿quién podría discutirme que la paleta que utilizó Van Gogh para sus Girasoles no tenía óleos sino savia de jirafas?

No hay comentarios: